Mensaje de mi hijo Fernando (qepd)

Con motivo del día de la amistad les comparto parte de un mensaje de mi hijo Fernando (qepd) en la ceremonia de terminación de cursos de la preparatoria y dirigido a sus amigos.

Aunque los muros que nos vieron crecer y los lugares en los que corrimos cuando niños pudieran hablar el día de hoy, sé que no lo harían. Cómo habrían de explicarnos que ellos sabían, que las imágenes de pequeños niños qué corrían entusiasmados por un simple juego tarde o temprano habrían de desvanecerse y sus risas habrían de volverse eco en la memoria.

El fantasma del tiempo, quien hoy viene a cobrar lo que nos ha dado, viene cabizbajo, pues sabe que no queremos dejar de voltear hacia atrás cuando él nos viene a ofrecer el ir hacia adelante. Cómo decir adiós a alguien cuyas risas nos dieron alegría, cuyos llantos significaron nuestros días grises.

Hace algunos años parecían tan solo compañeros, niños y niñas con caras simpáticas, pero hoy no es lo mismo, en algún momento atrás alguien tomó algo nuestro y se lo llevó consigo dejándonos con algo suyo. Sin saberlo, el lazo que nos unía como compañeros, nos hizo amigos, y como amigos nos hicimos hermanos. Porque al ver la cara de uno de ustedes húmeda con tristeza, o llena de dolor, nos hace saber, que aunque no lo parezca, sus alegrías, significaron nuestras sonrisas, sus llantos nuestro dolor, su dolor nuestra sangre, y estoy seguro que nadie le negaría esas condiciones a un amigo.

Por que así fue que nos unió el destino, quién decidió que justamente nosotros alcanzáramos el final, y fue él quien nos puso en esta escuela. Gracias a ella nos conocimos, y por ella, la inocencia de muchos niños se convirtió en madurez llena de virtudes como el valor, el coraje, la lealtad, la sensibilidad y la amistad.

Con una mirada que inspire fuerza, amor y confianza, hemos de agradecer a quienes nos han guiado hasta donde estamos, nuestros padres. Porque sobre nosotros está el llevar el orgullo ante ellos, ellos son la generación de la experiencia, y nosotros la de la esperanza, así que no daremos la espalda a nuestro deber de ser hombres de bien, de quienes emane la verdad y que luchen por la justicia.

Jamás olvidaremos a los profesores que conocimos, de quienes pudimos aprender mucho. Nos será difícil llegar a un lugar nuevo por la mañana, sabiendo que no serán las caras de nuestros amigos las que nos esperen. El barullo en una esquina del salón, y las risas del otro lado.

Atrás habrá quedado, y sólo estará presente en nosotros como un recuerdo, como lo estará la imagen que deberá inspirarnos orgullo y confianza, la imagen de todos nuestros compañeros juntos como estamos hoy, habiendo cumplido una importante etapa de nuestras vidas. Y tal vez, dentro de algún tiempo, en un día gris sientan una extraña sensación, y aunque ustedes crean que se trata del escalofrío provocado por el miedo, sabrán que no es nada más que la emoción de sentir una mano en la espalda, la mano de un amigo que nunca nos dejaría solos.

Fernando Tinoco Ortiz