El espacio que vivimos no es vida sino tiempo

Coincido plenamente con Seneca cuando señala sobre la vida: «el espacio que vivimos no es vida sino tiempo», la filosofía de la vida, en el hecho de vivir, en la brevedad de ese espacio de tiempo que se nos concede. Pero en ese espacio, que es exiguo, debemos, aprender a vivir y a morir, cosa que no es fácil.
Algunos grandes hombres que han existido, a pesar de renunciar, abandonar y desprenderse de todo aquello que les servía de rémora, como las riquezas, empleos y placeres, para aprender a vivir, muchos de ellos dejaron este mundo confesando que no lo consiguieron.
Por eso me permito recomendarles la lectura del libro: “La otra mitad del camino” de James Hollis. Explica en que consiste darle sentido a la segunda parte de la vida. A veces, para nuestra desgracia, descubrimos que hemos estado viviendo la vida de otros, que sus valores han guiado nuestras elecciones y que lo siguen haciendo en la actualidad.
Aunque nunca estemos del todo cómodos con esa vida que llevamos, parece ser la única alternativa que tenemos. Incluso cuando recibimos el reconocimiento de los demás, sentimos en el fondo que somos un engaño.
Por ello el autor plantea estas preguntas:
¿Qué te ha traído hasta este punto de tu viaje, hasta este momento de tu vida?
¿Qué dioses, qué fuerzas, qué familia o qué entorno social han moldeado tu realidad, apoyándola o tal vez restringiéndola?
¿De quién es la vida que has estado viviendo?
¿Por qué, incluso cuando las cosas van bien, no sientes plena satisfacción con ellas?
¿Por qué hay tantas cosas que parecen una decepción, una traición, una bancarrota de nuestras expectativas?
¿Por qué crees que tienes que esconderte tanto de los demás y de ti mismo o de ti misma?
¿Por qué la vida parece un guion que alguien ha escrito sin consultarte al respecto?
¿Por qué es este el momento, si es que ese momento llega alguna vez, para que respondas a la llamada de tu alma, a la invitación para entrar en una segunda vida, una vida inmensa?
¿Cómo hemos llegado a ser quienes somos en este mundo? Cabe plantearse por qué somos de una manera concreta, que ahora todos los que nos rodean interpretan como lo que somos, o al menos como lo que ellos creen que somos. Y también podemos preguntarnos quiénes creemos ser. ¿Qué sabe nuestro ego, y qué no sabe? ¿Y acaso lo que no sabe no desempeña una función más importante en el transcurso de nuestra vida cotidiana? Una vez más, la parte inconsciente nos domina y trae a nuestro presente todo el peso de la historia.
Nuestras vidas siempre están colgando de un hilo muy fino. Antes de adquirir consciencia, ese hilo era el cordón umbilical con nuestra madre, nuestra fuente. Flotábamos a través del tiempo y del espacio antes de que existiera para nosotros ninguna categoría de la consciencia, con todas las necesidades elementales cubiertas y un hogar seguro. Y de pronto nos vimos arrojados con violencia a este mundo —y ya nada ha vuelto a ser tan seguro—. Todos los pueblos tienen su propio relato tribal sobre este acontecimiento, y casi todos lo visualizan como una pérdida, un declive, una caída desde un estado «más elevado».
Todos los capítulos me parecen aleccionadores, me llamo la atención el enfoque que le da el autor al que menciona en el Capítulo 2 sobre la idea de que siempre será más importante comprender lo que eres que perseguir aquello que crees que deberías ser: Convertirnos en aquellos que creemos ser ¿Cómo hemos llegado a ser quienes somos en este mundo? Cabe plantearse por qué somos de una manera concreta, que ahora todos los que nos rodean interpretan como lo que somos, o al menos como lo que ellos creen que somos. Y también podemos preguntarnos quiénes creemos ser. ¿Qué sabe nuestro ego, y qué no sabe? ¿Y acaso lo que no sabe no desempeña una función más importante en el transcurso de nuestra vida cotidiana? Una vez más, la parte inconsciente nos domina y trae a nuestro presente todo el peso de la historia.
Nuestras vidas siempre están colgando de un hilo muy fino. Antes de adquirir consciencia, ese hilo era el cordón umbilical con nuestra madre, nuestra fuente. Flotábamos a través del tiempo y del espacio antes de que existiera para nosotros ninguna categoría de la consciencia, con todas las necesidades elementales cubiertas y un hogar seguro. Y de pronto nos vimos arrojados con violencia a este mundo —y ya nada ha vuelto a ser tan seguro—. Todos los pueblos tienen su propio relato tribal sobre este acontecimiento, y casi todos lo visualizan como una pérdida, un declive, una caída desde un estado «más elevado».
Vale la pena leerlo